lunes, 20 de abril de 2009

Alcohol - Carmen Courtaux


La piba parecía estar mareada por la borrachera y nadie le hubiera dado más de 14 años. Había llegado a la fiesta después de que sirvieron los postres. Desde entonces, disimuladamente, había estado tomando cuanto fondo de copa se le puso a mano, mientras los invitados iban de mesa en mesa, saludándose.
Tenía un vestido amplio en tonos marrón y gris por debajo de la rodilla. Su pelo, peinado para atrás con una hebilla, estaba opaco. Nada en ella mostraba alguna señal de empeño para verse más linda. No es que fuera especialmente fea, pero parecía que se afeaba a propósito.
La música empezó a sonar fuerte anunciando el baile. Algunas parejas se levantaron dispuestas a divertirse. Varias adolescentes vestidas con minifaldas, coreando animadamente las canciones, salieron a la pista. Bailaban juntas acompasadamente, haciendo los mismos pasos, como ensayando una coreografía.
Mientras, la piba se movía bailando sola. No se sentaba a conversar con nadie, sonreía constantemente y caminaba de una punta a la otra del salón tropezando con la gente, disculpándose y siguiendo su camino. Sobre todo con los varones los tropiezos parecían abrazos, como que se arrojaba a los brazos de los que encontraba en su camino.
Ellos, sonrientes y con algo de desprecio, miraban a sus mujeres levantando las cejas en señal de cómplice reprobación; la piba tenía un olor a alcohol muy fuerte. La ayudaban a pararse verificando que estuviese bien, hecho esto se olvidaban de su existencia.
A la medianoche así como llegó la piba se fue. Calladamente. Sin que nadie se diera cuenta.
De madrugada, varios señores que debían pagar taxis, estacionamientos y propinas descubrieron asombrados que ya no tenían sus billeteras.

3 comentarios:

Florieclipse dijo...

Y la piba se fue -ahora sí- a ponerse una borrachera en algún antro de moda.

Nanim Rekacz dijo...

Un final verdaderamente inesperado.

victoria dijo...

en fin