sábado, 18 de abril de 2009

Elixir - Sergio Gaut vel Hartman


Cuando el extraterrestre llegó estábamos comiendo el postre, o más bien debería decir que jugábamos a comerlo. Diana cortaba trozos de durazno, de melón, de ananá y me los ponía en la boca. Yo la besaba y el jugo de las frutas se derramaba por la barbilla y los pechos de ella, lo que permitía que mi lengua la recorriera con movimientos morosos, lánguidos. Otras veces, deliberadamente, dejaba que un bocado rodara por el cuerpo de mi amada para tener una buena excusa y explorar aquellos rincones en los que el manjar podría haberse refugiado. Diana reía; yo la abrazaba con fuerza hasta que sus carcajadas se extinguían sumergidas en tenues jadeos.
Pero el extraterrestre carraspeó, o algo parecido, y no vimos obligados a detener nuestra fiesta.
—¿Qué quiere? —dije por fin, de mal humor.
—Señor, humano —dijo el cetiano, acentuando el tono dramático de sus intervenciones—. Señora, humana. El tiempo ha terminado. Ustedes ya lo saben.
—El mejor momento —lloriqueó Diana.
—Es el momento exacto —dijo el cetiano—. No hay otro.
De mala gana, nos tendimos en los sillones de extracción y ni siquiera tratamos de cubrir nuestra desnudez. Para esa criatura eso no tenía ningún significado. Mientras un rayo azul bajaba del techo acristalado, el brillo apagado del otoño se plegaba sobre sí mismo en el parque, demorándose en el espirituoso licor que goteaba de los álamos y formando un abanico dorado bajo la glorieta. En ese paraíso habíamos vivido prisioneros durante los últimos dos años. Cuando las agujas terminaron de absorber la esencia del amor, una dolorosa laxitud se desplegó por los bordes de nuestros cuerpos. Sentí el vacío y supe que, como siempre, a Diana le ocurría lo mismo. Recomenzaba el ciclo; mi vida, la de ella, sería un largo infierno, pasarían semanas antes de que pudiéramos volver a tocarnos. Pensé en el inmundo cetiano, ese ser corrupto que se inyectaba el elixir de nuestro amor, e imaginando imposibles venganzas, me quedé dormido.

2 comentarios:

humo en la ventana dijo...

Amor,complicada cosa, ¿no?

Hasta los extraterrestres lo necesitan, todos lo necesitamos... la cosa es saber producirlo, pues es penosos tener que estraerlo...


Pasaré por este blog más seguido.

Anónimo dijo...

Usted es un eximio optimista, Sergio! Me da mucho gusto que al menos en amor seamos capaz de alimentar a los cetianos. Ogui