lunes, 7 de septiembre de 2009

Cuervo hembra, cuervo macho – Héctor Ranea


Dedicado a una cuervo hembra de inteligencia superior, ya muerta.

El cuervo hembra se distingue porque hace del croché una de sus tareas favoritas. Con la vara hace: frapé de chocolate con vainilla, pesca truchas medianas y chicas, roba tiras de orozuz, mezcla el mazo de cartas para jugar póker, da vueltas las páginas de las novelas que escribe, los poemas de los surrealistas y sirve ajenjo o pastis y hasta hace batidos de gran calidad usando whisky de caramelo cremoso con jugos varios de frutas que baja con su vareta. Cuando está con otras hembras enseña con su vara a tener a raya a los machos beodos.
El macho, en cambio, es un holgazán, vago y mal entretenido. Se lo suele ver bebiendo con poetas humanos llenos de complejos de todo tipo, inculcándoles culpas, si es preciso, para que le paguen otra ronda de café con churros o bollos del tipo que se llaman medialunas y, por supuesto, alcohol. Rara vez se los encuentra platicando con gente que piensa algo necesario, útil, verdadero o importante. Siempre debatiendo sobre la inteligencia del hombre y esa clase de estupideces sinsentido.
Las hembras y los machos de los cuervos son muy felices juntos. Nunca se golpean entre ellos aunque no son precisamente aves pacíficas. Pero han logrado un equilibrio que denota su inteligencia y no son particularmente fieles. En las ocasiones de golpizas es el macho quien ha sacado históricamente las de perder.
Se sospecha que el cuervo que dictó partes del poema a Edgar Allan Poe era, en verdad, una hembra que, con su proverbial gancho, escribió sobre la mesa del escritor la frase que dio inicio a su poema y el estribillo breve como los gritos de la hembra llamando al macho para que vuele y no se esclerose. Algunas partes de la Biblia, se sabe, han sido escritas por algunas de estas matronas.
No tienen edad para iniciarse sexualmente, ni para terminar esa etapa.

1 comentario:

Cuervo Nagâ dijo...

Me encantó el texto, gracias por esas letras.