sábado, 14 de noviembre de 2009

Deidad en desgracia - Damián Cés



Síganme, y me darán la razón. Así es, no soy inmune a este gélido viento que cala mis tegumentos y dispara diminutos cristales de sílice contra mis ojos.
Descuiden, el galpón oxidado y erosionado frente a la vieja e inutilizada estación de tren, nos dará cobertura. No importa que de sus paredes sólo quede el esqueleto de metal, que sean pocas las chapas de su calva techumbre que rechinan al son del vendaval y, que de sus vidrios apedreados, quien sabe si por los borregos o por las esquirlas, solo queden vestigios esparcidos en el suelo. Ellos no nos verán, los estúpidos, no nos verán. No, sé los aseguro, cómo podrían, si siempre nos ignoraron.
Espérenme aquí, quiero hacer esto solo. ¿Ven aquel que está justo frente a mí?, es el peor de todos, mi peor enemigo, puedo oler su sudor. Cree verme con esos desmesurados ojos grises. Maldito ciego, jamás lo logrará.
Ahora observo sus desagradables testas, desde aquí, parecen un hato de hongos.
¿Qué si tengo algún reparo a lo que estoy por hacer? ¿Qué si no temo a los remordimientos? Claro que no. Es una pregunta retórica, ¿no es cierto? Ustedes saben bien lo mucho que nosotros hemos sufrido ¿O acaso su jerarquía no se los permite? Además, no sería el primero, no, ni de cerca. ¿Pero porqué me miran así? Un momento, acaso debo refrescarle unas cuantas cosas, increíble.
Cuando llegamos, los primeros, estos seres eran unas pobres bestias. Tanto fue lo que aportamos, que pronto nos adoraron y rindieron tributo. Era algo que particularmente yo, no buscaba, aunque sé que algunos de mis compañeros, incluso me temo, que a varios de ustedes, les gusta, lo disfrutan, realza su ego a limites insospechados ¿No es así? Pero yo sólo quería integrarme con ellos. Por eso conocí a Asher, y desaparecimos por un buen tiempo, en un vano intento por tener nuestra propia y sencilla vida. No funcionó como hubiese deseado y por ella, acepté regresar. Pero todo había cambiado. Una nueva raza dominaba el lugar y me desconocía, me ignoraba, me discriminaba. Lo peor fue que el viejo pueblo también me negó. No, ya sé, esa no es una razón suficiente. Sí, también sé que es algo que le ocurrió a muchos de nosotros y en los lugares más disímiles, ¿pero saben qué? ninguno de ustedes sufrió el despecho que tuve cuando Asher se enamoró de unos de estos nuevos hombres.
Claro que intenté entender, ¿o me creen tan idiota? Primero me alejé y me dije que no me merecía. Luego intenté reencontrarme con ellos y volví a ayudar para que vieran en mí a un amigo. Pero jamás reconocieron nada.
Los odio, ¿entienden ahora por qué? Y quiero irme de está estepa estéril en la que estoy confinado. La única solución es matarlos, matarlos a todos, y es lo que voy a hacer en este preciso instante.
¡Qué! ¡No, esperen! No pueden, soy uno de los suyos, no, no…

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