martes, 27 de diciembre de 2011

Peregrinos – Héctor Ranea


Veo los peregrinos venir lentos al lugar que nos convoca a mí y al muerto. Algunos llevan vituallas, otros preparan los fuegos, otro estará vigilante de las espesuras de las cañuelas que pueblan las orillas de los ríos idos. Seguramente alguno oteará el horizonte para no perder a las naves que regresan, los pájaros que anuncian las llegadas y los que buscan comerse los pertrechos, y las provistas del almacén frente a la ruta. Ahí podría estar yo, disfrazado de borracho joven, apostado en mi ángulo comprado por el precio de una botella de ginebra colada al recipiente de barro grasiento que usara Juan Moreira, el viejo, habiendo pasado de la lealtad al odio por la punta de un cuchillo y cuatro pulgadas más.
Tres cartas definen el destino de esos peregrinos, y tengo cuatro, porque me he guardado la carta del regreso. Mi disfraz no alcanza para que mi viejo tordillo adolorido por su artritis de galopador veterano me reconozca y cruce la ruta desde el potrero del Viejo Margara y menee el morro al vidrio donde sabe que estoy. Los parroquianos sospechan que el pingo oculta algo cuando señala con su testuz desdentada, saludando al viejo jinete que atrás de un poncho color de nuez, chambergo de curtido de potrillo nacido muerto de yegua primeriza, lazo trenzado por el mismo Mandinga y escote cubierto con el pañuelo rojo y blanco que me regaló mi madre el día que despaché al dueño del boliche donde ahora tomo mi ginebra esperando.
Ahora viene su nieto, me mira, lo mira al tordillo, vuelve a mirarme, saca el cuchillo que lanza un chillido de chimango al sacarlo de la vaina de alpaca y me dice:
—¡Viejo de mierda! Te debo la punta de este cuchillo y cuatro pulgadas más, las que dejaste puestas en mi padre. Disculpá si en el filo encontrás su sangre y las caras del plano están oxidadas. ¡Tomá!
Y ahí sé que todo está perdido. La próxima vez habrá que matar también a los caballos.

Sobre el autor: Héctor Ranea

3 comentarios:

Javier López dijo...

Llegado el caso, este individuo no tropezaría dos veces con la misma piedra. ¡Es que hay que estar pendiente de cada detalle!
Irreverente y muy bueno, Héctor.

Ogui dijo...

Gracias, Javier. Muchas gracias.

Alexandra Jamieson dijo...

Alta intertextualidad, Ogui. Me gustó.