martes, 7 de febrero de 2012

La hormiga - Carlos Rodríguez



Yo, Hormiga, de naturaleza simple, de trabajo eterno mientras dure mi vida, yo aunque parezco insignificante ante el mundo, el mundo gigante, no dudo de mi origen ni le doy razones ilógicas a su comienzo, vivo trabajando para ser lo que soy. ¿Qué dios despiadado habría de darme la vida y su impulso con el único objetivo de morir trabajando?, qué dios de no ser uno nada benevolente, iluso el hombre que aún siendo tan grande y tan “inteligente” cree en un ser omnipotente imaginario, en un sudario de milagrosa existencia, en una imagen que llora sangre, que ser tan iluso el hombre que dedica su vida a orar al cielo e implorar beneficencia de algo que ya tiene en vida, que ser tan abstracto el que dedica su vida a un padre que nunca ha visto, que lo abandonó en la tierra a su suerte; en la mitología de su tiempo, en las supersticiones de geografía; pobre hombre, ¿cuándo escuchará a su naturaleza?, solo cuando acalle a su dios.

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