domingo, 24 de junio de 2012

Ausencia de creatividad - María Gimena Barboza Dri


Se observa en su semblante dormitado una sonrisa serena, como si la paz le mojara la frente con un poco de agua tibia. Me gustaría mencionar el resplandor lunar platinado en su silueta, o la caricia del viento de verano sobre sus cortinas de seda, pero nada de eso existe. Siquiera, tal vez, aquella sonrisa serena.
No se dibuja -tampoco- sobre sí una nube de sueños acerca de amplios campos verdes o largos baños, desnudo, en algún arroyo de manantiales frescos. De manera que no existe, pues, aquella sonrisa, ni es otra cosa más que una de sus tantas muecas conformistas.
Es en medio de mi contemplación vaga, cuando luego de un par de movimientos inquietos, logra despertar con la espalda transpirada. Y la frente fría. Y los pies dormidos. De seguro recordó que se le olvidaron sus días de creatividad; o que se le olvidó recordarme.
Busca desesperado un libro de cuentos... No hay. Busca desesperado sus autitos de carrera... No hay.
Y busca muñecos y pelotas, y hasta un papel para fabricar un avión que vuele en torno a su mundo de niño... Pero no hay. No hay nada. Porque nunca lo hubo. Mira sus manos vacías, toca su pequeño cráneo de infante y para su gran sorpresa, no hay pelos allí; quizás algunos un tanto blancos y casi ya sin fuerza, como suplicando caer... Y morir.
Yo sé lo que está pensando, porque soy su nudo en la garganta. Yo soy el nudo en la garganta, de la tercera edad del siglo XXII. Así que entre los pensamientos que conozco de memoria ajusta el normalizador de ambiente, inhala un poco de aire artificial, se recuesta a intentar dormir. Y finge que duerme. Un instante más tarde le aflora la mueca de conformismo tras recordar su infancia de pura tecnología, y de ausencia de creatividad.

Acerca de la autora:
María Gimena Barboza Dri

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