jueves, 28 de junio de 2012

Reducción al absurdo – Héctor Ranea & Sergio Gaut vel Hartman




—¡Esto es cósmico! —gritó Fernando Quiñones de la Ortiga tirando un cordón umbilical del que pendían dos monos disecados. Sonó como campana de palo hueco labrada a mano por un artesano delicado.
—¡Merde! —contestó la maestra de ceremonias de la Feria Artesanal de Mahan, en los suburbios de Bermúdez, libre o nada, vieja ciudad del Bardo Marciano—. ¿Eso significa lo que estoy imaginando?
—No me crea. ¡Yo hago comentarios sin ton ni son y me responden con cuentos sacados de chisteras mágicas! —le respondió Quiñones con gesto de "o esto es más absurdo de lo que parece o es domingo y nadie me dijo nada"—. Es así como he cimentado mi fama. —La Duquesa de Belinzonia no pudo resistirlo y se tomó el famoso Batiscafo.
—Piróscafo, habrá querido decir —comentó Quiñones—. Cuando le cuente esto a mis amigos, en lo que queda de la Tierra, no lo van a poder creer —añadió por lo bajo, cubriéndose la boca con el muñón.
—Colorín colorado, este juego ha terminado —dijo enérgica la Condesa, poniéndose el vestido azafrán, tapando su desnudez—. No me entrené para seguirle la corriente a sus dislates y extravagancias.
—Extra vagancias, nunca mejor dicho —la abrumó Quiñones, redoblando la apuesta—. Vagaré por ahí, como un extra de un western, pero dejaré que el caballo me monte y cruzaremos las praderas al galope, ¿qué opina?
—¿Usted desea provocar mi suicidio? —musitó la marquesa, al borde del colapso.
—Mi bella dama, si yo quisiera eso estaría aún más loco de lo que estoy. Usted hace rato que está muerta.
—¿Es cierto eso? ¿Y usted?
—Yo también, ¡por supuesto! La diferencia es que yo soy dos, y a la vez el que escribe el cuento, como si fuese uno. Usted es apenas un personaje.
—¡Dios mío! ¡Que horror!



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