martes, 26 de junio de 2012

Se necesita un manual de autoayuda para fantasmas - Daniel Frini


Zacarías Ayala era muy feo.
Y era curandero. Arte que heredó de su abuela, famosa por el litigio que le ganó, allá por el cincuenta, al doctor Zamponi, quien la había denunciado por ejercicio ilegal de la curandería.
Ayala fue contratado por la viuda del alemán von Staffel, doña Nieves García Rodríguez; hija del que fuera gobernador antes de la revolución del sesenta y uno. No está clara la naturaleza de su trabajo, pero al cabo de tres meses, el curandero estaba viviendo con la viuda, en el casco de la estancia del alemán. Desde esa época se lo conoció en el pueblo como el Yeti Ayala, el abominable hombre de la Nieves.
Von Saffel todavía habitaba la casa, en calidad de fantasma, y sospechó algo cuando el olor a sahumerios, a los que siempre fue alérgico, comenzó a afectarlo. Cuentan los peones que era muy común escuchar los estornudos del finado, aún durante el día. El Yeti alegaba que el patchouli mantenía a raya la culebriya, el mal de ojo y los cornudos.
Celoso, el fantasma decidió asustar y echar de su casa a su reemplazante; para lo cual una noche abrió la puerta del baño, con la peor cara de muerto que pudo poner.
Ayala se estaba afeitando. Von Saffel no vio a uno, sino a dos feos: el original y al reflejado en el espejo. Su terror fue tal, que desapareció para siempre de la estancia.
Esto ocurrió hace más de treinta años. Aún se escuchan sus estornudos en medio del campo. Se agravó su alergia. Ahora no soporta ni el olor a soja.

Acerca del autor:
Daniel Frini

2 comentarios:

Arturo dijo...

Daniel:
Está muy bien realizado el cuento, con agregados humorísticos y descripción de los personajes y el entorno.
En alguna medida me hizo recordar a Oscar Wilde.
La alergia a la soja es un acierto.
Saludos.

Daniel Frini dijo...

¡Gracias Arturo!