viernes, 20 de septiembre de 2013

La gota – Alejandro Bentivoglio & Carlos Enrique Saldivar


La gota empezó a caer en la noche. Muriel maldijo en voz alta y fue a buscar un balde. El techo no parecía estar rajado, pero el departamento no era muy nuevo y tenía sus desperfectos. Se fue a trabajar y durante el día se olvidó del asunto. Sin embargo, cuando llego a su casa, vio que la gota seguía cayendo. El cubo estaba lleno, aunque no se desbordaba. Por desgracia, no pudo hallar ese día al encargado del edificio. Tiró el agua del balde y colocó otro para recibir la gota. Se percató de que el líquido estaba limpio, es más le parecía puro, cristalino. Muriel imaginó que el problema también le competía al habitante del cuarto superior. Sabía que allí vivía una joven delgada, menuda y bonita. Se dirigió al piso de arriba y tocó la puerta. Insistió y golpeó con fuerza; la chapa era de mala calidad y la entrada se abrió. La anciana ingresó con cautela y encontró la cabeza de la chica tirada en mitad de la sala. Gritó, pero nadie la oyó, ¿Fue asesinada? Tal vez. Por alguna pareja que… había descubierto lo que ella era: el cráneo se deshacía poco a poco. Muriel había escuchado historias en su niñez acerca de estos seres. Se persignó. Permaneció un par de horas, triste, junto al resto, esperando que se hiciera agua por completo. Más tarde, cuando la última gota hubiera caído, vertería el líquido en el jardín del primer piso y colocaría una cruz blanca. Así lo indicaba la leyenda de las «gotas humanas».

Acerca de los autores:
Alejandro Bentivoglio
Carlos Enrique Saldivar

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