viernes, 18 de abril de 2014

El canto - Silvia Milos




Nos habíamos acostumbrado a las sirenas. El canto llegaba desde la profundidad del cielo azul.
Más allá de las tremendas nubes esperábamos oírlas para compensar el fastidioso viaje de ida y vuelta, una y mil veces hacia Kronos. Ninguno de nosotros las había visto, sin embargo siempre, cuando pasábamos por la estación 4 ellas comenzaban a llamarnos. Los mismos nombres de siempre, que no eran los nuestros, sino de viajeros anteriores. ¿Qué querían de nosotros?, imposible saberlo, sólo que esos seres celestiales e imperceptibles estaban allí, lejos, o muy cerca.
Sin embargo en un trayecto de esos, tan circulares y repetidos, acertaron al cantar mi nombre. Fue tal la fuerza de sus gargantas que traspasaron mi casco. Desesperado miré a mis camaradas, ellos parecían no escucharlas, y yo que no aguantaba más el dolor y la angustia, tirè de la escotilla y salí a buscarlas. Sentí alivio, nadando entre los restos de basura y las estrellas, más ellas de golpe, cesaron su canto. Giré para ver la nave, que definitivamente se había ido, di vueltas en espiral tratando de alcanzarla, pero una mano fría, casi congelada atrapó mi mano.
Así logró inmovilizarme, como un veneno. Lentamente me desintegré entre sus brazos, y morí de amor.


Acerca de la autora:  Silvia Milos


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