viernes, 4 de abril de 2014

Eugenia: Intro - Isabel María González



Eugenia, una mujer desnuda (sin banderas), atada de pies y manos (lazos de seda), amordazada (sin palabras), una venda en los ojos, sola (muy sola). Martín, un hombre apuesto (solo), de mirada tierna (muy solo), abre la puerta, entra (a veces) y la seduce (siempre). La acaricia despacio con amor, con dulzura, con deseo (vencido) y cuando tiene entre sus manos su cuerpo rendido al placer (ausente), la desata lentamente: primero la boca, sellando sus labios con un beso (infinito), después sus manos que le acarician ya (urgente), por último sus piernas que ella separa, (ofreciéndose).
Ambos se entregan a una locura ascendente y al llegar al séptimo cielo (ingrávidos), plantan su bandera: la del amor, la del sexo, la de la vida. Rendidos y exhaustos se duermen abrazados el uno con el otro, allá tan lejos.
Al cabo de unas horas (no me olvides) la mujer despierta desnuda (sin banderas), atada de pies y manos (lazos de seda), amordazada (sin palabras), una venda en los ojos (permanente), sola (más sola).
Eugenia mira el espejo con recelo, no suele hacerlo, le asusta encontrarse con esa mujer vestida y libre que la mira extrañada, y a la que tiene que lavar los dientes, peinar y pintar un poco para ir al trabajo cada mañana. La otra se quedará esperándole, por si viene.

Sobre la autora: Isabel María González

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