viernes, 28 de noviembre de 2008

Mercado Retiro - Saurio


Cubiertos con unas sábanas blancas manchadas de sangre descargan medias reses de un camión y entran a la carrera, cegados por la inercia del peso del cadáver. La sierra mecánica aúlla y el aire se corta (la carne lo imita, para no ser menos). Los verduleros acomodan los colores vegetales, alcanzando sin proponérselo geometrías que aún hoy intrigan a los matemáticos. Las escobas van y vienen para que el piso no intranquilice la conciencia de los inspectores de salubridad. Entran y salen carros y cajones, botellas de gaseosas, cartones de leche, bandejas de yogures, paquetes de galletitas. Prestan juramento de fidelidad las balanzas. Un cuchillo rasga el envoltorio plástico y el queso disfruta los breves instantes de libertad antes de acabar en fetas. El carnicero afila su cuchilla en una barra de hierro y sonríe. Una vecina madrugadora espera con sus bolsas vacías a que salga el último baldazo espumoso. Las persianas metálicas se alzan. El mercado saluda a una angosta calle San Martín repleta de autos.

Y luego vienen gobiernos con fiebres neoliberales y del mercado no queda más nada.

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