viernes, 25 de septiembre de 2009

Contrafábula - Lilian Elphick


Y, sin embargo, el tigre logra salir de su estado cataléptico y se interna en la noche en busca del lobo. Camina centenares de kilómetros hasta que llega a la ciudad. Lo asustan los grandes monstruos con patas de goma que graznan cada vez que se enciende una luz roja, y los humanos cruzan el paso llamado “de cebra”, empujándose unos con otros. Encandilado, prefiere irse a un bosque más pequeño, ubicado muy cerca del ruido infernal. Ahí, es obvio, se encuentra con el lobo que ya ha cazado a una rata anémica.
- ¿Vienes del más allá? – pregunta él, masticando el pellejo seco del roedor.
-Déjate de tonteras, perro inútil. Estás muerto.
El tigre ruge y da el gran salto. Chocan los colmillos.
-Alto ahí –grita un hombre disparando al aire. En esta área no se permiten reyertas.
Ellos continúan, a pesar del miedo al trueno de metal. Pero el instinto de sobrevivencia es más poderoso. Los recuerdos son ráfagas: matanzas, desollamientos, trampas, destierros.
-Dicen que la sangre de humano es dulce – resopla el lobo.
- Probémosla, entonces –aceza el tigre, mirando al pobre infeliz que, por extraños motivos, ha marcado territorio antes de descargar todos los plomos, sin dar en el blanco ni una sola vez.

Tomado de http://lilielphick.blogspot.com/

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