jueves, 17 de septiembre de 2009

El bisoñé del Sr. Villa de Huys - Héctor Ranea


Ahora que lo recuerdo, el pobre entorno del castillo de Villecourt tenía una singularidad en la peluquería de Moro Toon, un jilgamesio que arreglaba todo tipo de cráneos. Siendo la moda en ese entonces adosarse pilosidades humanas, este modesto trabajador de cabezas había encontrado la manera de satisfacer las necesidades y deseos más peculiares.
Eso hasta que vino el noble de Huys, quien le pidió la confección de un bisoñé con pelos de dama tomados de ciertas partes. El pobre Moro Toon se las vio en figurillas para acontentar el pedido, ya que las damas, si bien poseían abundante pilosidad ahí, no estaban siempre dispuestas a que se las arrancasen con las artes del jilgamesio.
Así las cosas, con más paciencia que habilidad, el arreglador de cráneos logró un bisoñé que, aunque imperfecto, hizo las delicias del Sr. del castillo, aunque muchas damas se quejaban ante sus maridos sorprendidos de verlas con dichas partes arregladas de maneras tan extrañas como animalitos de peluche o cromos infantiles. No es que se disgustaron por las apariencias, pero se preguntaban cómo habían hecho para tallárselos de tal suerte.
Hasta que alguna, no se sabe aún quién, confesó que fuera el jilgamesio Moro Toon quien las acondicionara. El bisoñé del Sr. Villa de Huys, por bueno que pudiera haber sido, le trajo una seria complicación al jilgamesio. Su cráneo fue expuesto entre los de algunas mujeres no perdonadas por sus maridos en la plaza por bastante tiempo. Ni el Sr. Villa de Huys pudo evitar la barbarie y guardó el secreto hasta su muerte.

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