lunes, 30 de abril de 2012

Cambio de planes – Sergio Gaut vel Hartman


Ary pensó comprarle unos pendientes a su amada Ferdinanda, pero la joyería estaba cerrada.
—¡Maldición! —exclamó el fontanero golpeando el puño contra la palma.
—¿Qué hace? —dijo la palma—. ¿Por qué me pega?
—¡Estoy furioso!
—¿Y qué culpa tengo yo?
—Perdóneme. No quise hacerle daño.
—Está bien. —La palma contempló a Ary de hito en hito—. Acabo de advertir que usted es una persona importuna, pesada, insistente y pedigüeña.
—Se equivoca. Si me ha mirado con atención, habrá advertido que estoy hecho de una sola pieza, como esos caballos negros, sin manchas ni pelos de otro color.
—¡No me diga! —La palma giró sobre sí misma y fijó la vista en un punto para acertar el tiro del final—. Si no miente, abandone a Ferdinanda y enamórese de mí. Si lo hace, podrá cambiar su vida de un modo notable.
Ary reflexionó largamente, y terminó zanjando el asunto con una pregunta aguda.
—¿A usted le gustan los pendientes?
—¡Ay! —gritó la palma—. No, no me gustan. Mis hojas son muy delicadas. ¿No se da cuenta de que podrían desgarrarse?
—Bien, bien. —El fontanero analizó las ventajas de noviar con una criatura del reino vegetal y lo que ahorraría en entradas de cine, cenas en bistrós, pendientes y regalos varios, sin olvidar que sería muy difícil que le fuera infiel—. ¿Qué opina acerca de tener hijos conmigo?
—He tenido palmitos en varias oportunidades —dijo la palma señalando una pila de latas—. Pero podría tener más.
—Me encanta la idea —dijo Ary—. Me compraré una furgoneta y venderé nuestros retoños en los supermercados chinos.

1 comentario:

Javier López dijo...

Siempre es bueno saber adaptarse a las circunstancias, sobre todo si una es común y mundana y la otra absolutamente irreal y maravillosa. Yo también quisiera procrear palmitos y comérmelos con mahonesa en un acto de ¿fratricidio? ¿canibalismo? ¿mera degustación?
Me encantó el cuento, Sergio.