domingo, 24 de junio de 2012

El chamán: colibríes - Armando Azeglio


¿Era este páramo blanquecino y desierto lo que coronaban siete días y sus noches de viaje exangüe?
Al principio solo fue un punto en el horizonte, luego un manojo de plumas en danza frenética. Luego: ¿una sombra expulsando un chorro de orín sobre un minúsculo montículo o el pequeño cadáver de una bestezuela muerta? Luego, un dedo leñoso que encierra en un círculo sus propias inmundicias depositadas sobre la arena fresca. Luego, un rostro surcado por mil ríos. Luego, unos labios que se ahogan en la propia monotonía de sus conjuros y masticaciones. Luego...
—¿Cuál es el sueño? —me preguntó sin levantar los ojos.
—Una mujer —le contesté sorprendido.
—Ah, solo un hombre común... —dijo para sí mezclando arena salitrosa y un polvo violáceo con un escupitajo (¿de tabaco?)—. ¡Cuéntame, cuéntame el sueño!
—Bueno, al principio todo es oscuridad y noche, para luego transformarse en una bandada de colibríes que salen vertiginosmente del vientre de una vaca muerta. Producen un zumbido similar al de las abejas en vuelo y se disponen en una majestuosa forma arquitectural que representa una bandada de colibríes saliendo vertiginosamente del vientre de una vaca muerta, producen un zumbido similar al de las abejas en vuelo para disponerse en otra forma arquitectural, más majestuosa que la anterior, representando exactamente lo mismo...y así, la relación es infinita. Las estructuras parecen compactas y sólidas, pero son solo colibríes en vuelo, obedeciendo a un invisible arcano.
Entonces comprendo que la oscuridad no es oscuridad, sino sumas colosales de colibríes en simulación suspendida de una gran noche.
—¿Y la mujer?
—La forman los colibríes, pero en una segunda instancia, al comando de una figura que parece ser la de un sarraceno vestido de blanco, la primera estructura de la serie indefinida se rompe para formar la mujer. Una mujer que danza doblemente, por el movimiento de sus miembros, y por el enloquecido movimiento interno de los colibríes. De pronto se recuesta y asume la posición de parir.
—¿Y entonces?
—Pare una figura, que parece ser la de un sarraceno vestido de blanco, que ordena a la primera estructura restante de la serie indefinida romperse, para formar otra mujer. Una mujer que danza doblemente, por el movimiento de sus miembros, y por el enloquecido movimiento interno de los colibríes. De pronto se recuesta y asume la posición de parir...
—Entonces vuelve a parir el sarraceno…
—No, pare la oscuridad y la noche inicial, que luego se transforma en la primer bandada de colibríes...


Acerca del autor:Armando Azeglio

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