viernes, 31 de agosto de 2012

Ave caída – Eduardo Poggi


Una tarde lluviosa de viento entre ramas, miraba un ave caída del nido al agua. Un impulso me llamó a salvarla, contrario a mi conducta de niño. Raro, pensé: de niño rompía nidos y maté a mansalva.
El pichón flotaba pero sus alas no movía.
Atónito ante mi nueva voluntad, con alegría salvé su efímera vida.
Mis recuerdos se transformaron en conciencia, y me pregunté por qué esta paciencia vino a mí sin esperarla. Una piedad que no había tenido en mi niñez.
No le encontré sentido.
Y luego, la misma tarde triste y lluviosa, cuando por la calle pasaba mi viejo vecino, le pregunté por la muerte de su madre.
Sus lágrimas respondieron. Y comprendí.
Sentí por él la misma pena que por aquel pájaro herido.
Cada vez que el viejo acude a mi recuerdo, me siento él al verme en el espejo.
Y así como ayer quise madurar, hoy me doy cuenta: mis sueños resultaron pordioseras ilusiones. Espejismos, comparados con las cosas esenciales que en mi memoria perduran. Ya no existe lo palpable: mamá que plancha, un aguacero que el patio de la casa moja, y también al limonero.
Día a día, la repentina lluvia lava la penuria de los perdidos amores ya lejanos.
Aunque... me siento igual que aquel pájaro que se cayó del nido.

Acerca del autor:
Eduardo Poggi

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