sábado, 15 de diciembre de 2012

¿Alguien lo vio? – Héctor Ranea


Entra. Pregunta a uno:
—¿Será que pudo verlo, desde acá, señor, aquella noche de agosto?
—¿Qué noche pudo haber sido, señora? Me torturaban de día, de noche, en carne, en espíritu. Si hubiera podido, le juro que hubiera mirado, sin que se me extinguiese el aliento, hacia el cielo, no al infierno.
Al otro:
—¿Pero es que usted no lo vio, acaso, esa noche, cuando lo trajeron descalzo, posiblemente?
—¿Cómo podría haberlo visto si aquella noche me cegaron con electricidad? Me torturaban con palos, no me dejaron dormir. Agosto del treinta y seis. Malditos. Por años, señora, maldije al mes de agosto, como si fuera culpable de mi ceguera, de mis brazos baldados, de mis tendones cortados.
Al primero:
—¿No lo recuerda, señor? No era alto, era galante. No era hermoso, era bello. No era alegre, era poeta.
—¿Es a mí a quien pregunta, señora? Atado a la cama estuve todo el agosto y ese agosto éramos tantos que gritábamos, que algunos pudieron mirar, alguno de esos pocos pudo ver. Pero aún así, nadie querría recordar, porque recordar la cara de ese a quien usted busca sería recordar la cara de quienes nos arrancaron la vida hecha jirones.
—¿Alguien lo vio, a Federico? ¿Alguien lo vio?
Semeja un eco. Silencio.

No hay comentarios.: