martes, 19 de marzo de 2013

Talento - Carmen Belzún


Delineador negro para los ojos, igual color para los labios, mucho rimel. Debajo del ojo izquierdo, una flor, también oscura, moría en la sien. La vincha dejaba el cabello azabache bien tirante y despejaba la cara angulosa, tanto como la adherencia del maillot ponía en evidencia la leve sinuosidad del pecho, la cintura huidiza, las caderas apenas marcadas y las nalgas firmes. Ensayó frente al espejo una lenta ondulación del cuerpo espigado. Los brazos delgados acompañaban el moroso desplazamiento. Se detuvo, agachó la cabeza, cerró los ojos. No esperaba el triunfo, sólo mostrar su talento, una virtud que tal vez le permitiera abandonar los bares oscuros que solía frecuentar. Porque mucha gente bailaba, pero muy poca tenía su excéntrica sensualidad. Y si perdía, tampoco importaba. Quería percibir, aunque sólo fuera una vez, la admiración en los ojos ajenos.
Más allá, el proscenio esperaba su presencia; una platea repleta y un jurado atento evaluarían su desempeño. Pensó que la emoción no le permitiría hablar, pero cuando, ya en el escenario, le preguntaron su nombre, con voz muy baja pero firme dijo “Pedro”.


Acerca de la autora:  Carmen Belzún

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