miércoles, 13 de marzo de 2013

Vestimenta matrimonial - César Klauer


Se miró al espejo, la ilusión iluminaba su rostro. El vestido blanco caía en formas esponjosas, como nubes de tul flotando a su alrededor. Con maquillaje tenía que mejorar, pensó; habría que contratar a un profesional. O quizá no, ¿Carlos se animaría? ¿Se veía mejor con guantes? La panza se le notaba. ¡Qué fastidio!
La voz de su madre llegó algo ensordecida por la puerta cerrada: era hora, el carro esperaba. Ya voy, contestó de mala gana. Se quitó el vestido, lo envolvió en la bolsa negra junto a las bolitas de naftalina nuevas. Metió el paquete en la caja que ocultó detrás de los zapatos en el fondo del closet, bien al fondo.
Los toques de su padre en la puerta le sorprendieron: Pepe ya es hora de salir, hijo. Ya papá, ya voy. Se ajustó la corbata michi. Cogió una pelusa de la manga. Acomodó el jazmín en la solapa. Enderezó el fajín.
Apretó los dientes. Salió refunfuñando.

Tomado de: La eternidad del instante (Editorial Micrópolis)
Sobre el autor: César Klauer. 

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