miércoles, 29 de agosto de 2012

Una invasión descontrolada – Héctor Ranea


La invasión de los plutonitas fue, en sus resultados globales, atroz, sobre todo por la ferocidad demostrada en aniquilarnos. Al principio sedujeron a algunos dirigentes marcianos que nos gobernaban, pero después hasta se los digirieron con sus plasmas densos y quedaron a cargo con un marciano títere sin cabeza y unos cuantos terrosos aportados por nosotros.
El resultado, decía, fue tremendo. Nunca vimos tanta desolación, miedo, muerte, tortura. Por suerte, algunos de los nuestros lograron escapar de la furia plutonita. Cuando los dominadores tuvieron la estúpida idea de que podrían invadir la Luna y los jodieron, recuperamos la libertad. Nuestros dirigentes que habían huido retornaron y restablecieron una paz, a medias, pero paz al fin. El día en que aceptamos a los plutonitas, se conmemoraba todos los años como el triste día de la traición.
Como quiera que sea, los terrosos nos pusimos de acuerdo en no recibir con los brazos abiertos a ningún plutonita nunca más. Hubo algunos dirigentes que fueron heridos, incluso, en escaramuzas con terrosos que quisieron retornar a esa época oscura y fueron muy queridos. Pero un aciago día, esos dirigentes, cansados de pelear por un cargo terroso y siempre perder, decidieron dar un retorno a los plutonitas para poder acceder al gobierno.
Ahora no se conmemora el día de la traición sino que se festeja y ese dirigente aparece abrazado al plutonita que lo mandó a matar.
Menos mal que esto es sólo ciencia ficción.


Sobre el autor:
Héctor Ranea

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