domingo, 15 de diciembre de 2013

Clase de sociología - Nicolás Llanquihuen


Con la conjunción de secuencias entre pupitres, mates, puchos, y sociología, te presentaste ahí, tal cual. Pareciera verte haciendo círculos con el lápiz, o bien postulando las razones de Durkheim, o más bien cotejando la hoja en blanco con algún bosquejo de tu cabecita psicopedagógica.
Paciente, altiva, con bucles y cartuchera, silenciosa y con pelo recogido, rosarina y maragata, con ganas de un verde en medio del recreo, mirando de reojo al cebador, un servidor.
Segunda fila. Observación. ¿Qué diría Piaget a todo esto? ¿Y Freud? El parlante de camisa a cuadros parla, el alumno escucha, ella tal vez extraña la organización áulica a través mediante un círculo. Eso sí es psicopedagogía. Lacan toma unos mates con Weber, Marx se refriega las barbas, Foucault extraña ese cabello que perdió mientras el discurso del poder coercitivo le quemaba las pestañas. Vos rosarina, maragata, estudiante, compleja y simple, con mas bucles y aceptando un mate. ¿Cómo estás? Sí, es la universidad.
El tiempo, tu mirada que se desviaba del foco parlante sociológico y se perdía entre las volteretas del lápiz ese que caía bajo el pupitre y fue la mejor excusa para que te desconcentraras por completo del orden social y sus vicisitudes. Es clase, hay ideas que se dicen, se pierden, se malgastan, se discuten, hay una rosarina de bucles, maragata, imaginando a Durkheim perdido en alguna plaza de Rosario.

Sobre el autor: Nicolás Llanquihuen

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