viernes, 15 de febrero de 2013

Basta con uno - Jaime Arturo Martínez


Cuando la comisión de la Contraloría llegó a este pueblo, lo primero que visitó fue el economato del Colegio Nacional, que para la época tenía treinta y tres estudiantes internos. Luego de revisar durante tres horas el libro de entradas y salidas, junto al saldo de tesorería, el Dr. Padrón —jefe de la comisión— dijo en voz alta: —Hay un faltante de cincuenta y tres pesos con sesenta y dos centavos. El ecónomo, Don Carmelo Moreno saltó a defender su gestión, de modo que pidió una revisión y señaló que en veinte y ocho años años como funcionario nunca había tenido un faltante, ni una glosa que pusiera en duda su trasparencia. El Dr. Padrón accedió a la solicitud y procedió a sumar y a restar las cuentas para terminar reafirmándose en lo dicho.
—¡No puede ser! —repetía y repetía Don Carmelo.
Al final y luego de sumar y volver a restar, Don Carmelo le propuso a la comisión que el faltante se le dedujera de sus mesadas, pero el Dr. Padrón fue enfático en que la ley no lo permitía y le dio una hora para que saliera a prestar el dinero, lo trajera y lo restituyera. Don Carmelo, tembloroso y empapado en sudor tomó su sombrero y salió a la calle. A los pocos minutos regresó con una bolsa, entró a la oficina y siguió de largo hacia los patios del colegio. Solo dijo: —Ya vuelvo.
Luego de esperar por más de media hora, el mismo Dr. Padrón fue a buscarlo. No le fue difícil dar con él. Estaba colgado en un árbol de campano. La conmoción fue enorme. La noticia se regó y el pueblo entero se volcó a ver al ahorcado.

Tres días después, la comisión volvió a reunirse en la oficina del economato. En silencio, el Dr. Padrón empezó a ojear los papeles y documentos. De pronto lanzó una imprecación y alzó frente a sus ojos una factura. En ella estaba consignada la compra de dos quintales de yuca y tres docenas de huevos, por la suma de cincuenta y tres pesos con sesenta y dos centavos. Yo, que era el otro miembro de la comisión, al leer el documento, dije —después de un largo silencio—: Por lo menos esto permitirá lavar la honra del Sr. Carmelo Moreno. El Dr. Padrón me respondió, mientras se guardaba el papel: —Tú no has visto nada. Con un ahorcado es más que suficiente.


Acerca del autor:  Jaime Arturo Martínez

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