domingo, 4 de mayo de 2014

Después no diga que no se lo advertí - Andrés Terzaghi


Usted que pensaba en que iba a leer algo interesante y supuso esto porque se le dio la gana o porque, no teniendo otra mejor cosa que hacer, o porque subestima mi ignorancia, o porque intenta evadirse de sus obligaciones excusándose tras la lectura como si esto fuera “El Ser y la Nada” de Sartre, que además dista en números de páginas, o porque fuera llueve y no puede escapar de su casa, o está en el trabajo y trata de pasar la hora, o por lo que sea…
Usted que se detuvo frente a estas palabras tratando de hacer algo útil con su vida al menos por un instante y sin embargo se dará cuenta que pierde su tiempo, porque el mío ya lo he malgastado escribiendo esta sarta de pavadas; se lo advierto, no ocupe más tiempo en mi y dedíquese a otra cosa, puede leer, por ejemplo, las instrucciones de cómo usar su teléfono celular o mirar una película, le recomiendo “Inteligencia Artificial”, o si desea indignarse con pavadas verdaderamente profesionales vea los almuerzos de Chiquita, cualquier cosa menos pasar sus ojos por aquí. No tengo nada que contar. Ningún cuento. Si quiere podemos compartir un frenético momento en silencio pero es un poco aburrido. ¿Le gusta escuchar música? Bueno, vaya y suspírese. Haga cualquier cosa con tal de no leer estas porquerías que escribí, considérelo como el consejo de un escritor honesto que sabe que no sabe escribir, no haga como mi amigo que un día vino a casa y se puso a leer mi manuscrito. ¿Cuándo lo vas a publicar? Preguntó como si fuera un simple trámite de todos los días. Usted no lo va a creer pero mi amigo tiene un amigo que tiene una amiga que tiene un amigo que tiene un amigo que lo conoce ¿a quién? A usted, si si. A usted. Y me contó cosas vergonzosas de usted. Y me dijo que no se las dijera. No insista, le debo la confianza a la amistosa sucesión de amigos de mi amigo.
¿Qué te cuesta publicar un libro? ¡Daleeeeee! Me dijo y como yo andaba con el culo palnorte le dije coloquialmente. Hagamos una cosa, vos me preparás un té de tilo mientras yo me echo un cago y después vemos, que toda obra maestra de la literatura necesita de concentración y rigurosidad. ¿Estamosdeacuerdos? Pero él se limitó a asentir con la cabeza. No le agradaba que le llevara la contra ni el olor que despediría al concluir mi deposición. Cosa que rematé con un sonoro flato y al instante se me ocurrió algo entretenido para hacer. Escribamos algo juntos ¿qué te parece? Le dije, invitándolo a tan grata actividad artística. Presto a mis dotes intelectuales las cuales él admiraba y elogiaba inmerecidamente nos pusimos a escribir esto que usted porfiadamente lee y no se convence en abandonar.
Mi amigo le envía un saludo. Espero no se lo devuelva.
Se lo advertí.

Acerca del autor:  Andrés Terzaghi  

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